Aunque debería ser un hábito más que establecido en nuestras vidas, el hecho de ir al dentista se asocia en multitud de ocasiones o bien a una necesidad ante un problema bucodental, o a una revisión o limpieza de forma casi testimonial.
En Clínica Dental Gíngiva somos especialistas en empatizar y conectar desde el primer momento con todos y cada uno de nuestros pacientes de modo que sus visitas, además de frecuentes en pro de mantener y asegurar su salud, sean cercanas y fructíferas.
Para ello se hace necesario aclarar cuál debe ser la frecuencia óptima para ir al dentista y las posibles situaciones que recomienden mayor o menor periodicidad.
Cuándo y por qué ir al dentista.
Desde hace más de 15 años, Clínica Dental Gíngiva recomienda a sus pacientes una frecuencia de revisión dental y bucal con el único objetivo de prevenir lesiones de importancia que son difíciles de detectar dado que los síntomas se hacen patentes cuando el daño es mayor.
Debemos diferenciar situaciones normales de salud bucodental y pacientes en situación de riesgo.
En el primero de los casos, lo normal es hacer una visita de rutina al menos una vez al año. En ella, además de proceder a un a rutinaria limpieza para eliminar impurezas y pulir piezas, conseguimos visualizar el estado general de la boca del paciente, pudiendo detectar patologías y daños aun en estado incipiente.
Por contra, algunos pacientes requieren ser incluidos en el grupo de los que presentan factores de riesgo y que precisan una atención más especializada, con una serie de tratamientos y otra periodicidad,
Los así considerados son:
- Fumadores.
- Consumidores de alcohol.
- Diabéticos.
- Embarazadas.
- Pacientes de cáncer oral o con antecedentes familiares del mismo.
En estos casos, se recomienda mínimo una visita cada 3 o 4 meses en circunstancias normales, y si precisan alguna intervención será el equipo de odontólogos el encargado de establecer la hoja de ruta de sus visitas.
En el caso de los niños, se recomienda que visiten al dentista al menos dos veces al año cuando ya han perdido al menos un porcentaje considerable de los llamados «dientes de leche», pues es en ese periodo cuando la dentición definitiva que va saliendo puede presentar irregularidades o deficiencias que hay que atajar con celeridad.
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